Tlacotalpan, el son jarocho y la administración de la cultura
Rafael
Figueroa Hernández*
Para el desarrollo reciente del son jarocho,
liderado por el movimiento jaranero, Tlacotalpan ha tenido una importancia
indiscutible. Primero fue el Encuentro de Jaraneros que, unido a la difusión
lograda a través de las frecuencias de Radio Educación, logró colocar el son
jarocho en la escena nacional en un esfuerzo conjunto aunado a otros esfuerzos
varios por recuperar (“rescatar” se decía entonces) el son jarocho tradicional.
Al paso de los años, la
comunidad jaranera fue transformándose, expandiéndose, pero también
sofisticándose. Esto dio como resultado la aparición de diversas corrientes de
pensamiento dentro del movimiento que ponían en tela de juicio los
planteamientos iniciales, el “canon”. La dinámica propia del encuentro de
jaraneros, por ejemplo, propició la aparición de formas particulares de
interpretar el son jarocho, ya que los grupos comenzaron a presentar a sus
pares nuevas maneras de ejecutar los sones tradicionales. Al mismo tiempo un
reducido número de grupos iniciaron un proceso de profesionalización que los
llevó a presentarse en foros del mundo entero recibiendo por ello un ingreso
que les permitía subsistir de ejecutar el son jarocho. También el nivel de
oficio en las labores de la gestión cultural fue creciendo y así entraron en la
escena, managers y booking agents, al mismo tiempo que
algunas figuras claves del movimiento se colocaban en diversos puestos de
administración cultural.
Estos factores y otros,
llevaron a una transformación de la escena jarocha tlacotalpeña durante los
días de La Candelaria. Hubo forcejeos por el poder, hubo críticas al encuentro
entre otras muchas cosas, y como resultado, la relación de fuerzas fue
cambiando. El Encuentro fue pronto complementado por una serie de actividades
paralelas producto de las disensiones y discusiones que, a pesar de su origen
para nada terso, en su conjunto, presentan en la actualidad una gama rica y
variada de las diversas concepciones y estilos del son jarocho contemporáneo.
Es hora de que veamos
Tlacotalpan con una visión amplia de parte de todos los actores involucrados. La
parte jarocha de Tlacotalpan es un logro del movimiento con el apoyo (en muchas
instancias disparejo) de las autoridades; un logro del que tenemos que estar
orgullosos, por muchos dolores de parto que hayamos tenido que pasar. Las
acciones tendrán que ser divididas en cuando menos dos partes: aquellas que les
corresponden a los miembros participantes del movimiento jaranero y aquellas en
las que intervienen las autoridades culturales en sus tres órdenes de gobierno:
municipal, estatal y federal.
Desde el punto de vista de los
integrantes del movimiento desde Tlacotalpan creo que hemos llegado a un
punto de madurez en que debemos, cuando menos, intentar presentar un frente
común en vez de tratar de conseguir, a
la vieja usanza, el favor de tal o cual funcionario, participar en la guerra de
codazos para el gober nos vea, o
denostar el trabajo de los otros con la esperanza de que eso haga brillar el
nuestro. Cada quien ha hecho su trabajo y gracias al trabajo de cada quien
tenemos actualmente lo que tenemos. Deberíamos presentar un proyecto conjunto
en que se dejen sentir las aportaciones de todos los involucrados.
Un censo informal de lo ya
existente debe incluir al Encuentro de Jaraneros de Plaza Martha, el Encuentro
de Decimeros del zócalo, los fandangos de barrio (donde quizá podríamos considerar
el fandango de San Miguelito y el del Centro Cultural Luz de Noche), el foro de
presentaciones en el mismo Luz de Noche, el foro de presentaciones editoriales
de la Casa de la Cultura, el Foro de la Décima Irreverente, además de las
presentaciones en forma de concierto que se han dado en el majestuoso Teatro
Nezahualcóyotl; todas dan fe de la extraordinaria vitalidad del Movimiento
Jaranero.
Ponernos de acuerdo no
debería ser muy difícil si realmente lo intentamos; podemos hacer uso de las
formas de comunicación virtuales que tenemos a la mano para hacer un
diagnóstico primero y después, una propuesta que nos involucre a los diversos y
múltiples actores, tomando en cuenta a los tlacotalpeños pero también a los
que, desde fuera, han formado parte de la fiesta.
En cuanto al trabajo de las
autoridades, creo que es muy importante que intenten primero entender la
complejidad del Tlacotalpan jarocho y eviten las soluciones simplistas o las
acciones precipitadas. Deben pensar en trabajar de inicio con la base ya
existente, y no inventar nuevas cosas, que buenas o malas, no deberían de suplantar
lo que nos ha costado tanto trabajo construir. Buscar, eso sí, formas de
integrar los esfuerzos cotidianos y apoyar dónde más se necesite. Todo parece
indicar que el nuevo gobierno tiene una sensibilidad hacia la cultura que nos
augura un buen camino, es sólo cuestión de ponernos de acuerdo para caminarlo
juntos.
*Rafael Figueroa
Hernández nació en Veracruz en 1959. Es investigador acerca de la música
popular veracruzana en dos de sus vertientes principales: lo rumbero y lo
jarocho. Licenciado en Sociología y Maestro en Estudios Latinoamericanos por la
Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y Doctor en Historia y Estudios
Regionales por la Universidad Veracruzana (UV), su más reciente actividad
académica fue una estancia postdoctoral en la Universidad del Sur de California
durante 2017. Es investigador del Centro de Estudios de la Cultura de la
Universidad Veracruzana y autor de más de veinte libros sobre música popular
mexicana y caribeña entre los que destacan “Salsa and related genres: A
bibliographical guide” y “Son jarocho: Guía histórico-musical”, además de las
biografías de Ismael Rivera, Toña la Negra, Lorenzo Barcelata y Celio González,
entre otras. Ha recibido apoyo para la investigación de diversas instituciones
como el Instituto Veracruzano de Cultura, el Fondo Nacional para la Cultura y
las Artes, el Instituto de Cultura Puertorriqueña, el Consejo Nacional de
Ciencia y Tecnología, la Fundación Rockefeller y el programa Fulbright del
Departamento de Estado de los Estados Unidos.
Correo electrónico: rafigueroa@uv.mx
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