La Educación artística en el territorio Veracruzano, desde la transversalidad



Guillermina Ortega*
El concepto de la Educación Artística en México continúa siendo bastante tradicional y etnocéntrico, la idea de las Bellas Artes como único camino entendido por Arte nos ha metido en problemas serios porque no cubrimos las expectativas de una población multicultural en un territorio tan grande como lo es Veracruz[1]. Todavía en el 2018 las manifestaciones culturales de la mayoría de los habitantes veracruzanos se le considera “popular”, "folklórica”, “artesanal”, etc., se les mira con discriminación y como si fueran artes menores, cuando algunas de ellas son ancestrales en el continente Americano. 
La realidad Veracruzana nos rebasa al intentar integrarnos a la vida contemporánea con los problemas que en este siglo nos aquejan: la corrupción, el narcotráfico, la violencia y el bajo presupuesto para las artes. Se habla mucho de desarrollo cultural, no obstante hemos caído en una retórica que nos afecta, pareciera que la Secretaría de Cultura y los Institutos de Cultura Estatales van llenando con algunos de sus programas las expectativas en educación artística y en la oferta cultural (Alas y Raíces, Programa Cultural de la Huasteca, Festivales, etc.). Sin embargo, no ha sido suficiente porque todavía no alcanzamos a vislumbrar nuestras diferencias en todos los sentidos: geográficos, políticos, identidades, etc.
En un territorio como el Veracruzano, donde los imaginarios de las identidades y la manera en que se construyen las subjetividades son tan diferentes entre sí y en relación con la capital del Estado, hablar de políticas culturales en educación artística es un verdadero reto.
Cuando mencionamos educación artística, las imágenes que vienen a la mente son la enseñanza musical, de las artes visuales, la danza, el teatro, la literatura, etc., y la realidad es que continúa siendo demasiado elitista. El conocimiento del arte no se disemina para todos a pesar de estar en el siglo XXI.
¿Cómo desarrollar nuestras artes veracruzanas y participar de la contemporaneidad? Ninguna cultura es estática, ni tampoco el mundo de las Bellas Artes, cada día nos sorprendemos más con los “giros” que suceden en la todas las disciplinas humanísticas y de la ciencia. Por lo que más bien deberíamos tener en cuenta mirarnos como “territorios de cruce transversales” (Rodrigo Montero, 2007).  Propiciar una pedagogía de las artes como un campo de transformación social que a la vez integre un pensamiento crítico, podrá sonar a utopía en una geografía que ha estado muy alejada de este tipo de sistemas. Este cruce transversal donde convivan diferentes campos del conocimiento no riñe con las prácticas culturales contemporáneas.
En cuestiones de la Educación Artística tendríamos que ser más abiertos, con un pensamiento más incluyente que rompa con los estereotipos culturales, que han hecho que siempre sigamos las tendencias etnocéntricas o de moda. Tendríamos que desarrollar la capacidad de abrir discursos y deconstruir formas de conocimiento, dando cabida a todas las voces y discursos. Si de por si estamos acostumbrados a la resistencia cultural, habría que replantear una educación artística activa y democrática; en donde el conocimiento se comparta más allá de las aulas de la capital del estado y de las ciudades medias.
La posibilidad de trabajar críticamente la educación artística va muy de la mano con la pedagogía crítica, la museología crítica y la curaduría crítica, que aunque son áreas de las artes visuales, son ejemplos que se pueden aplicar también para las otras artes. En Xalapa todavía se aspira a seguir esquemas de la curaduría y museología tradicional de una manera muy excluyente, cuando desde hace veinte años empezó el giro de tuerca mirando precisamente hacia territorios excluidos.
Podríamos partir desde donde estamos en este momento, aprovechando la infraestructura que ya existe, así como los recursos humanos y las instituciones. Se trata de enriquecer el concepto de la Educación Artística con una mirada más amplia e incluyente, a partir de la transdiciplinariedad artística, me refiero a desarrollar un programa transversal donde las diferentes disciplinas artísticas occidentales se encuentren con disciplinas no occidentales y en territorios excluidos. 
Esto es algo que ya sucede y existen ejemplos reales, países como España, Colombia y Canadá ya cuentan con experiencias educativas exitosas en donde han tenido que aventurarse con cambios en sus sistemas de educación artística. Y dentro del sistema de las artes que repercute en la legitimación, la población en general tiene acceso no solamente a la educación artística, sino también a la inclusión al museo dentro de su misma comunidad, porque las prácticas artísticas iniciaron el cambio desde hace mucho tiempo. Esto significa que si la gente no ha sido invitada a entrar a ver la exposición en el “sagrado espacio del museo”, la exposición va a su comunidad.
También existen experiencias exitosas en este territorio de cruce transversal dentro del estado veracruzano, sólo por mencionar algunas: la práctica del teatro comunitario en el Totonacapan desde los años ochenta, las realizaciones en video comunitario en el Norte y Sur del Estado, la producción de instalaciones con creadores indígenas en el Totonacapan con artistas invitados de Pinotepa de Don Luis, Oaxaca. Seguramente existen más experiencias exitosas que habría que visibilizar en donde el cruce transversal se da desde la cultura propia y una disciplina artística, resaltando los elementos culturales originarios.    
Los espacios expositivos en Xalapa todavía son considerados santuarios especiales en donde siempre asiste el mismo público, cuando lo que deberíamos hacer es implementar programas de exposiciones que se monten no solamente en las avenidas importantes de la ciudad, sino en los barrios excluidos. Lo mismo sucede con la visibilización de los creadores, seguimos reproduciendo el mismo esquema veracruzano centralista de los ochenta y noventa, en donde parecía que los artistas sólo estaban en la capital del Estado.
Por lo que habría que replantearnos todos estos vicios añejos y contemplar una actitud más democrática aunque suene a discurso retórico, dejar a un lado la postura colonizadora en la enseñanza artística (desde la capital y desde el escritorio), y más bien dedicarnos a diseñar programas educativos acordes con la realidad veracruzana multicultural. Para esto no hace falta incrementar el presupuesto pero sí el cambio de una política de educación artística desde el Estado de Veracruz que deje de imitar las “tendencias” del centro del país; las instituciones que tienen esta vocación de enseñanza artística, que son estatales y municipales, podrían llegar a realizar colaboraciones interinstitucionales en beneficio de las comunidades multiculturales.
Referencias:
Rodrigo Montero, Javier (2007) Educación Artística y prácticas artístico-colaborativas: territorios de cruce transversales.






* Guillemina Ortega.Sus abuelos nahuas migraron en la década de los 30 de Hidalgo y Puebla al norte de Veracruz. Después de haber terminado la carrera de pintura en la ENPEG La Esmeralda, regresó a su estado natal a continuar con su investigación artística, realizando una serie de pintura y dibujo con el concepto de Trópico como una manera de reflexión desde el clima, la geografía y la visualidad desde la periferia. Con esta mirada inicia otras formas de creación, desplazándose entre dos mundos, integrando el aprendizaje occidental y retomando saberes no occidentales. A partir de la década de los noventa se dedica también al arte-objeto y a la instalación. En el 2005 con la experiencia en la residencia en The Banff Centre, se vincula con los artistas indígenas canadienses, en donde desarrolla su proyecto personal, encontrando eco en los conceptos de identidad, memoria, territorio, geografía y descolonización. A partir de este momento realiza instalaciones rituales en el Tajín, obtiene una estancia artística para artistas indígenas en el Museo Nacional del Indígena Americano (Smithsonian), realiza intercambios de Arte Indígena Contemporáneo con Canadá y participa en instalaciones comunitarias con artistas indígenas tradicionales y poetas. Ha sido gestora y educadora en el Estado de Veracruz y en la Ciudad de México, también colaboró con el Museo Nacional del Indígena Americano (Washington) Smithsonian Institution, en el Centro de las Artes Indígenas y en el Ivec.
En la actualidad se dedica a la videoinstalación, tiene su estudio-taller en Coatepec, Veracruz, México., tiene una maestría en Estudios sobre el Arte. Titulada con la Tesis: Hacia una cartografía de la visualidad decolonial.




[1] En el año 2005 el Centro Veracruzano de las Artes Hugo Argüelles realizó el diagnóstico de la Educación Artística del Estado de Veracruz, se realizaron entrevistas a los principales actores sociales de la Universidad Veracruzana, a la EMBA, a escuelas particulares y artistas Veracruzanos de norte a sur del Estado. Los resultados mostraron que en el Estado, la Música, el Teatro, la Danza y las Artes Visuales se han concentrado en Xalapa debido a su propio proceso de educación profesional de las Artes, así como también en algunas ciudades como Orizaba y el Puerto de Veracruz, sin embargo los resultados obtenidos en el resto del estado mostraron en esa ocasión una gran desventaja respecto a la capital.

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